Demencia


La enfermedad de Alzheimer (EA) es la causa más común de demencia y una de las principales fuentes de morbilidad y mortalidad en el envejecimiento de la población.

Los cambios neuropatológicos característicos de la EA son placas difusas y neuríticas, marcadas por deposición beta amiloide extracelular y ovillos neurofibrilares, compuestos por la acumulación intracelular de proteína tau (p-tau) hiperfosforilada. El estudio epidemiológico de EA está siendo transformado por la disponibilidad de nuevas tecnologías de biomarcadores para medir tales cambios neuropatológicos in vivo. Grandes ensayos clínicos aleatorios están evaluando terapias anti-amiloides y otras terapias basadas en la enfermedad para el tratamiento y prevención de la EA utilizando estos biomarcadores de imágenes o de líquido cefalorraquídeo

Los cambios neuropatológicos esenciales de la EA incluyen placas neuríticas, depósitos extracelulares de beta amiloide y degeneración neurofibrilar.

Si bien la patogénesis de la EA sigue sin estar clara, todas las formas de la EA parecen compartir la sobreproducción y/o la disminución de la eliminación de una familia de proteínas conocidas como péptidos beta amiloides. La patogénesis de la EA también implica tau, una proteína asociada a microtúbulos que ayuda en el ensamblaje de microtúbulos.

Un diagnóstico definitivo de la EA requiere un examen histopatológico. Los criterios clínicos para el diagnóstico de la EA han evolucionado con el tiempo, y la capacidad de diagnosticar con precisión la EA ha mejorado con el desarrollo de técnicas para la medición in vivo de la neuropatología. El diagnóstico de la EA requiere una disminución tanto de la cognición, especialmente de la memoria y la función, como de una neuropatología específica.

demencia La EA es cada vez más frecuente con la edad avanzada, y la carga general de EA es sustancial en todo el mundo. La prevalencia estandarizada por edad de la demencia varía del 5 al 7 por ciento en la mayoría de las regiones del mundo. Se ha estimado que la prevalencia global de la demencia aumentará a > 100 millones para 2050.

Existe un largo período presintomático entre el inicio de los cambios bioquímicos en el cerebro y el desarrollo de síntomas clínicos de la EA, lo que sugiere que se necesitan estudios epidemiológicos a largo plazo que comiencen a una edad temprana para estudiar adecuadamente los determinantes ambientales del estilo de vida genético de los vasos amiloides vasculares, enfermedades y neurodegeneración.

Además de la edad, los factores de riesgo más claramente establecidos para la EA son los antecedentes familiares de demencia, mutaciones hereditarias dominantes raras en genes que afectan el amiloide en el cerebro y el alelo épsilon 4 (e4) de apolipoproteína E (APOE).

Los factores de riesgo para la enfermedad vascular, como la hipertensión, la obesidad y la diabetes, pueden aumentar el riesgo de la EA, especialmente cuando están presentes en la mediana edad. Los mecanismos patogénicos que vinculan varios factores cardiometabólicos y la EA no se conocen bien, y pueden estar involucrados mecanismos vasculares y no vasculares.

El metabolismo del colesterol cerebral puede ser un determinante importante de la EA. La relación entre dieta, genética, niveles de lipoproteínas en sangre y la EA es compleja e inconsistente.

La enfermedad cerebrovascular y la EA frecuentemente coexisten. La hipertensión es el principal factor de riesgo para la enfermedad vascular cerebral. La enfermedad cerebrovascular se asocia con un peor rendimiento cognitivo en pacientes con la EA, y los estudios clinicopatológicos sugieren que la enfermedad cerebrovascular reduce el umbral para la demencia clínica en pacientes con diagnóstico neuropatológico de la EA.

La acumulación de datos sugiere que las actividades sociales, mentales y físicas están inversamente asociadas con el riesgo de la EA y otras formas de demencia, y hay un interés considerable en su potencial como estrategias preventivas.